Death Cab For Cutie: Kintsugi


Death Cab For Cutie: Kintsugi

Es ya un tópico, pero no por ello ha dejado de ser una realidad: Death Cab For Cutie (DCFC) son una banda icónica de nuestra adolescencia y post-adolescencia que muchos conocimos gracias a la cultura pop televisiva, especialmente a través del entrañable Seth Cohen de The O.C. Adam Brody, fan confeso de la banda, trasladó sus gustos al personaje y colgó en su habitación el póster de Transatlanticism (Barsuk Records, 2003); el grupo además apareció tocando en ese club de Orange County que debía ser la crème de la crème del mundo alternativo. Six Feet Under, serie de más enjundia, utilizó la canción que da nombre a aquel disco para uno de los momentos más emotivos de Claire y su grupo de amigos bohemios.

Con esa carga, debe de ser difícil ser Ben Gibbard. ¿Qué hacer cuando tu adolescencia ha quedado 20 años atrás y tu público se está adentrando en la treintena? ¿Cómo volver a despertar la misma emoción? Puedes usar la misma fórmula, pero ya no tendrá efecto a no ser que el producto sea inapelable. Si, además, tenemos en cuenta el cambio brutal de paradigma respecto a lo indie, la situación se complica un poco más.

Kintsugi comenzó a grabarse después de la gira de reunión (¡y despedida!) de The Postal Service que tuvo lugar en 2013. El año anterior, Gibbard publicaba su primer disco completo en solitario (Former Lives, Barsuk, 2012), en un proceso de grabación que tuvo lugar durante el archiconocido divorcio de Zooey Deschanel. Su relación había influido, según la crítica, al último LP hasta la fecha de DCFC (Codes and Keys, Atlantic, 2011). Se echaba en cara entonces la falta de melodrama en las letras y cierta pérdida del sonido más habitual del grupo, especialmente de la guitarra de Chris Walla, que perdía cierta presencia a favor del piano. Es lo mismo ocurría en el mencionado Former Lives, pero sin llegar a ser un conjunto tan plomizo como el de las canciones en solitario.

Death Cab For Cutie en 2015 - Foto promocional
Estos son DCFC en el año 2015

Hace unos años, al reseñar Narrow Stairs (Atlantic, 2008), apuntaba a la ocasión perdida de darle una vuelta de tuerca al sonido tras el gran éxito de Transatlanticism. En lugar de eso, se siguió una línea de continuidad, con pequeños cambios; el tándem Gibbard/Walla de compositor y cantante/productor y guitarrista no parecía querer arriesgar y era inmutable. En Kintsugi no lo es: al mirar quién ha producido el disco, no encontrarás al guitarrista. Algo se rompió al comenzar las sesiones de grabación y las primeras semanas del proceso acabaron con la decisión de Chris Walla de apartarse de la producción y con el paso de dejar el grupo al completar el disco.

¿Esto ha tenido efectos palpables en el disco? ¿El cambio del proceso de trabajo ha cambiado la fórmula y el resultado de las canciones? Lo cierto es que no. Todo parece indicar que el productor elegido, Rich Costey (quien ha trabajado con Muse, Glasvegas, Jane’s Addiction o Frank Turner), ha dejado hacer y ha materializado las ideas de Ben Gibbard. En una entrevista para The Line of Best Fit1 , el líder del grupo explica con total sinceridad y una gran carga de veneno lo ocurrido durante todo el proceso de creación del disco. Acusa a Chris Walla de tomar decisiones dudosas al abordar las nuevas canciones y a poco menos que vivir en una dictadura en que no podían expresarse en el estudio por miedo a enfadarle y se fuera antes aún de la banda.

De este modo, el nuevo disco sigue la línea continuista de DCFC. Sin embargo, sus canciones se muestran más compactas y el disco supone una mejora respecto a Codes and Keys. No se aprecian grandes cambios en la producción, pero es de justicia reconocer que hay una cierta frescura en el resultado final, algo que parecía imposible. La utilización de teclados y arreglos más electrónicos, lo que ya se intentó de forma tímida anteriormente, está más integrada en el conjunto. Eso sí: a pesar de la experiencia de Rich Costey con grupos de un sonido más pesado, éste no aparece en Kintsugi.

Ben & Jason soundcheck at Greek Theatre Berkeley - 7.11.15 Photo by Andrew Paynter
Prueba de sonido en el Greek Theatre Berkeley (11/7/2015) – Foto de Andrew Paynter

Las letras de las canciones vuelven a ser muy cuidadas, en primera persona y autobiográficas, eso sí, sin llegar a cotas en que produzcan incomodidad. En esta ocasión, hay una narrativa más mesurada; no se pierde la poética post-adolescente, pero hay un halo de mayor madurez. No encontraremos tampoco la genialidad de Sun Kil Moon en Ben’s My Friend, la canción que Mark Kozelek le dedica a Gibbard en el genial Benji (Caldo Verde, 2014). Sin embargo, las mejores canciones del disco coinciden con los momentos de mayor lucidez en las letras, como ocurre con las tres que abren el disco, todas ellas relacionables con la ruptura sentimental del cantante. No tanto por la letra como por los punteos tan propios del grupo y el ritmo aportado por guitarras y batería, Good Help (Is So Hard To Find) es otro de los puntos álgidos del disco.

Kintsugi no supone una revolución en la discografía de DCFC, pero si una salida de cierta apatía en que estaba instalada la banda. Como decíamos al principio, esto proviene más de la calidad de las composiciones que de un cambio tangible de sonido o producción. Lo más loable es que la mejora respecto a los dos últimos álbumes se produzca en un momento tan complicado para el grupo como ha sido la marcha de Chris Walla y para el propio Benjamin Gibbard. Para los conciertos de este año se han sumado al grupo los multiinstrumentistas Dave Depper (Ray LaMontagne, Menomena) a la guitarra y Zac Rae (Pedestrian, The Growlers, Ziggy Marley) al teclado. Por desgracia, los anunciados conciertos en Barcelona y Madrid de noviembre han sido cancelados, así que nos quedaremos con las ganas de ver a estos nuevos DCFC.

  1. Por cierto, una de las mejores canciones de la primera etapa de Death Cab For Cutie y que hacía prever los caminos a seguir.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.