Blossoms llegaron a la 2 de Razzamatazz como una de las bandas triunfadoras de 20161, pero sin hacer demasiado ruido. La sala registró media entrada, con ojos generosos, en la que se mezcló un público barcelonés muy joven y el habitual porcentaje de seguidores británicos. Entre los locales, había muchos que parecían asistir a su primer concierto, con muchas sonrisas nerviosas pero timidez a la hora de soltarse. Fueron los británicos quienes más aplaudieron y vitorearon a Blossoms, algo que el propio grupo hizo notar cuando preguntó si había gente de la ciudad en que tocaban. No sé si el público indie barcelonés había optado por ir a ver a Peter Doherty2 o que la nueva esperanza del indie made in the UK no ha terminado de cuajar aquí.
Lo que quedó claro fue el eclecticismo, tanto el de Blossoms como el del conjunto de la noche. A las 21h en punto, como estaba anunciado, salió al escenario Declan McKenna. Era el telonero, pero por momentos dio la sensación de que parte del público, especialmente el más adolescente, había acudido a verle a él. El músico, ganador en 2015 del concurso de talentos emergentes del Festival de Glastonbury, parece estar llamado a ser una estrella en poco tiempo. La cuestión es de qué: ¿pop juvenil, pop en mayúsculas, indie?
Declan McKenna recuerda a Mika en su vestuario, maquillaje y forma de bailar. Sus canciones recorren lo peor de Two Cinema Club, la deriva de la escena alternativa británica3 y power ballads sacadas de un baúl de los 1980s. Su actitud derrocha ansia por ser una especie de Justin Bieber para quien prefiere guitarras en lugar de bases machaconas. El resultado es bastante similar y su actuación fue, cuanto menos, pretenciosa. Sus seguidores quedaron contentos y técnicamente, tanto él como su banda, sonaron bien. Nada que objetar, lo preocupante era si Blossoms seguirían esa estela.
La selección musical mientras se preparaba el escenario para el quintento de Stockport tuvo grandes contrastes, lo que muestra la propia personalidad del grupo. Sonó el Love Spreads de The Stone Roses, pero ellos entraron -puntuales- con Dr. Dre atronando por los altavoces. Sin pausa ni tiempo para presentaciones, comenzaron tocando At Most A Kiss, una de las canciones donde más dejan al aire su mezcla de influencias. No se cortaron, metiendo la melodía de Gimme! Gimme! Gimme! De ABBA en el cóctel. En Blossoms cabe todo, desde sus héroes de infancia (Oasis, los citados Stone Roses), los sonidos de su adolescencia (Arctic Monkeys, los propios The Coral de su productor, James Skelly) y la banda sonora del GTA: Vice City4.
Tras un arranque en el que las bases rítmicas ochenteras cubrían su vertiente más guitarrera, pronto pasaron a medios tiempos como Blow, en que el cantante Tom Ogden echó mano de la guitarra acústica y tomó prestada la voz de Alex Turner. Por momentos Last Shadow Puppets, por momentos The Coral, se mueven cómodos en un rock de reminiscencias folk en que dejan claro que, ante todo, son buenos músicos.
El single Honey Sweet conjuga muy bien este aspecto con los ritmos 1980s a lo Japanese Boy de Aneka. Fue una de las canciones más coreadas por todo el público y, quizá, la que mejor plasmó en vivo la variedad de estilos del grupo. Sin embargo, el concierto entró en un pequeño bache al adentrarse en las canciones más puramente pop, en que el bajo y los bailes del cantante pasaron a primer plano. Blown Rose, una de sus canciones «clásicas» más inspiradas, no terminó sonar con chispa. My Favourite Room, tocada acústica y en solitario por Tom Ogden, tampoco terminó de recuperar el ritmo del concierto, aunque fue un acierto enlazarla con Half The World Away (Oasis), que se ganó los coros exaltados de los mancunianos presentes en la sala.
El regreso del resto del grupo para afrontar la parte final del concierto sí devolvió el pulso a la noche, en buena medida gracias a la elección de las últimas cuatro canciones. Cut Me And I’ll Bleed fue uno de sus primeros singles, grabado, producido y lanzado por James Skelly en su estudio y discográfica. En directo suena a The Coral, a música de los sesenta y a grupo al que le gusta el rock psicodélico. Continuaron explorando esa sonoridad con Polka Dot Bones y Deep Grass, donde se soltaron en una auténtica jam session bluesera en que el cantante, desde el suelo, se reivindicó como una estrella del rock con personalidad propia. Fueron los mejores momentos del concierto y el estilo en que mejor fluyen sus canciones, sin necesidad de introducir un teclado que se come -en ocasiones- las melodías. Eso sí, el cierre fue con una celebrada Charlemagne, que a pesar de lo dicho es un tema redondo en que se conjugan todas las almas del grupo.
Blossoms ofrecieron un primer concierto en Barcelona con muy buenos momentos, especialmente en su inicio arrollador y en la recta final. En apenas 70 minutos tocaron su debut y varias canciones descartadas que han incluido en la edición extendida del álbum, algunas de las cuales lastraron el desarrollo de su repertorio. En verano anunciaron que ya están preparando su segundo disco5, en que tendrán que decidir qué tipo de banda quieren ser y terminar de perfilar sus influencias. El talento para los hits y para tocar rock en directo lo tienen: ahora es el momento de dejar de ser una promesa.
- Su primer disco, Blossoms, ha sido el debut más vendido en 2016 en Reino Unido. ↩
- Peter Doherty anunció un nuevo concierto por sorpresa en Sala Sidecar el miércoles 8 de febrero para el día siguiente. ↩
- El genialmente bautizado como landfill indie que tan bien resumieron en Noisey con la ayuda de uno de los culpables, Johnny Borrell. ↩
- En diferentes entrevistas han reconocido que este videojuego ha marcado sus gustos musicales, algo que denota especialmente el bajista Charlie Salt, que se extiende a su vestuario a lo Miami Vice. ↩
- Así lo contó Tom Ogden a NME. ↩