Peter Doherty, Drew McConell1 y otros cuatro músicos de su potencial nueva banda en directo llevan desde la semana pasada por Barcelona y alrededores. Cuando el 28 de abril Drew subió una foto desde La Floresta en su cuenta de Instagram2, surgieron las preguntas: ¿una escapada previa a la actuación de The Libertines en el SOS 4.8 el 7 de mayo? ¿Una nueva exposición como la de hace un par de años3? ¿Alguna posibilidad de concierto?
Pronto se descubrió4 que en realidad estaban ensayando la próxima gira de Peter Doherty con motivo de su nuevo disco en solitario. Y quizá dando unos retoques a las canciones, ya que el lugar elegido era el estudio de Aclam Records, en pleno Eixample de Barcelona. Lo confirmaba Clouds Hill Records, discográfica con la que están preparando el LP5. De repente el lunes alrededor de las 20h se anunció el concierto sorpresa en la Sala Sidecar. Y se agotó en menos de dos horas. Ya el día 3 de mayo y con el público haciendo cola para acceder al local, se anunció otro concierto para el miércoles que se agotó aún más rápido. Hasta aquí la historia es perfecta. Se tuerce cuando al fin Sidecar decide abrir puertas.
Motivos por los que el concierto sorpresa de Peter Doherty en Barcelona fue un desastre
1) El riesgo de un concierto sorpresa
Sin entrar a valorar si puede considerarse un concierto como sorpresa cuando se ha anunciado con un día de antelación y en plena época digital, un concierto poco planeado tiene bastante riesgo. En este caso, es evidente que el público no sabía qué iba a sonar ni quién iba a tocar6, pero más grave aún es que los músicos también estaban a la expectativa.
A mediados de mes comienza en Reino Unido la Eudaimonia Tour, que como escribía antes tiene como objetivo comenzar la promoción del segundo disco en solitario de Peter Doherty. Es evidente que la nueva banda está en plenos ensayos de esos conciertos y que está tratando de encajar las nuevas canciones y las más antiguas a un formato basado en guitarra, bajo, batería, acordeón, teclados y violín. El concierto en Sidecar era un ensayo con público: podía salir bien o podía salir mal. Y el público podía tomarse la sorpresa bien o tomársela mal.
2) La sala elegida: Sidecar
Sidecar es una sala con un gran valor sentimental para muchos barceloneses. Han sido pioneros en programar y pinchar estilos musicales que no siempre han tenido tanto público como en 2016. Sin embargo, es una sala deteriorada, maltratada y que no está preparada para acoger conciertos. Así de simple.
La Sala Sidecar apesta en el sentido más literal del término: tiene graves problemas de tuberías y huele fatal. En un concierto con todas las entradas vendidas, con un ambiente caldeado, estar entre el público es un suplicio. Cuando Bill Ryder-Jones ofreció su último concierto en la ciudad, su cara de asco en pleno solo de guitara ante el enésimo aire pestilente fue definitorio.
A un nivel únicamente musical, su acústica es pobre. En todos los conciertos hay acoples, pitidos y ruido blanco incluso cuando no se toca ningún instrumento. No sólo eso, es habitual que se cuelen ruidos de la calle y de las barras en pleno concierto. Si el equipo de sonido fuera de gran calidad y minimizara esas interferencias no sería tan grave, pero no es el caso. Por último, los accesos al escenario son inclasificables y en el concierto de Peter Doherty contribuyeron al estropicio general. Baste decir que los fotógrafos que pululaban entre backstage y escenario introdujeron el chirriar de la puerta que los separa en algunas canciones.
3) La inclusión de un telonero aún más sorpresa
Cuando pasaba más de media hora desde la apertura de puertas y el público comenzaba a impacientarse, Drew McConell apareció en el escenario. Drew habla un castellano perfecto con acento canario, fruto de su tiempo vivido en las islas, y parecía que iba a anunciar el comienzo del concierto. Pero no fue así: presentó a un amigo que vive ahora en Barcelona al que dejaron sólo ante el peligro con la única defensa de su guitarra y un vozarrón.
Por muy breve que fuera su set, en un concierto como este en que el público sólo quiere ver a Doherty, el telonero sorpresa sirvió para caldear el ambiente y aumentar la impaciencia. El músico hizo lo que pudo y sacó adelante sus canciones, en un estilo a medio camino entre Nick Cave y Father John Misty en clave grunge, pero no era el día ni el lugar. Para terminarlo de redondear, que un único músico sobre el escenario comenzara a tener acoples en su sonido sirvió de aviso para lo que se venía.
4) El público
Peter Doherty y la prensa, la prensa y el propio Peter Doherty, a veces no se sabe en qué orden exacto, han creado una figura pública que sigue vendiendo la imagen de desastre con piernas. Esto atrae a mucho público que sólo se mueve por el morbo y que deja en tercer o cuarto plano la música. Un gran número de las personas en la Sala Sidecar había invertido 15€ sin interés alguno en ver un concierto. Esto unido a la prioridad por canciones nuevas o poco conocidas para el que no sigue al músico, dejó descolocada a la mayoría de los asistentes.
La falta de respeto a la música fue el discurso constante del público; comenzó con el telonero y siguió cuando Peter Doherty saltó al escenario. No hubo el mínimo silencio requerido para una actuación y, mucho menos, cuando el formato de banda era el citado anteriormente (en este caso sin violín). El estilo de Peter Doherty en solitario tira hacia el pop-folk, con toques reggae y muchas veces predomina lo acústico. En el concierto del 3 de mayo en Sidecar sólo podría haber funcionado el punk caótico de The Libertines y los primeros Babyshambles, pero la propuesta elegida provocó en el público el aumento progresivo de las charletas, los silbidos, los gritos y los piropos de quien sólo busca llamar la atención.
5) El propio Peter Doherty y su banda
Es evidente que quien ofrece el concierto es el mayor responsable de su resultado final. En este caso, Peter Doherty y su banda tienen un rodaje prácticamente nulo, no supieron caldear positivamente el ambiente y terminaron de destrozar el sonido de Sidecar. El grupo salió al escenario ya vencido, sin actitud ni la entrega que ofrece Doherty en sus mejores ocasiones y sin la chispa que logra aportar a sus canciones. La comparación con otro concierto es sencilla: el 11 de mayo de 2013 Peter Doherty dio un concierto sólo con su guitarra en la Sala Be Cool. En esa ocasión se dejó la piel y recorrió todas sus etapas musicales; en Sidecar tres años después presentó nuevas canciones con ganas, pero entregó las más conocidas sin ninguna motivación.
Reflexión final
Todo lo expuesto contribuyó a un final amargo de la noche, con una escapada sin bises y con un balance negativo. No obstante, cuando un concierto se anuncia de la noche a la mañana, sin un set trabajado y con un público que en su mayoría busca más decir que estuvo allí que disfrutar de la música, es lógico el resultado. La cara de impotencia y las súplicas de silencio de Peter Doherty y algún seguidor enfadado (con razón) cuando intentaba tocar su homenaje a Amy Winehouse, Flags Of The Old Regime, fue el resumen de la noche.
- Drew es el bajista de Babyshambles y ha colaborado con Pete en los distintos proyectos de cada uno. ↩
- Imagen desde La Floresta del bajista y el batería con Peter Doherty en centro. ↩
- En mayo de 2014 Peter Doherty expuso algunos de sus cuadros en Barcelona, tal y como recogió en su momento La Vanguardia. ↩
- Gracias a esta nueva imagen en la misma cuenta Instagram. ↩
- La cuenta de Twitter de la discográfica alemana está haciendo un intenso seguimiento de estos días en Barcelona. ↩
- Era constante la pregunta entre los asistentes de quién saldría con Doherty. Habían anunciado «banda», ¿pero esa no es The Libertines? ¿O Babyshambles? ↩