Concierto de The Twilight Sad en Barcelona, BeCool (13/04/2015)

Puede llegar a resultar sorprendente que Twilight Sad hayan llegado al 2015 en activo, dando conciertos fuera de Escocia y tocando nuevas canciones. Su irrupción en 2007 con Fourteen Autumns & Fifteen Winters (FatCat Records), tras un primer EP el año anterior, fue un pequeño cataclismo en el panorama del indie británico. En una escena cada vez más endogámica, aparece un grupo que recupera el sonido shoegazer, lo magnifica y pone sus guitarras al servicio de un cantante torturado de marcadísimo acento escocés. Alabados por la crítica internacional, por muchos colegas músicos¹  y con una fiel escolta de fans, consolidan su propuesta, pero el hype no termina de hacerse realidad. La formación sufre bajas en su núcleo y en los músicos de directo², lanza un tercer disco que intenta renovar el estilo del grupo y llega un momento en que parece que arrojan la toalla. Pero no.

En 2014 The Twilight Sad produce su cuarto álbum, con un título que no puede ser más autoconsciente y directo: Nobody Wants to Be Here and Nobody Wants to Leave (FatCat Records). Es un disco, de nuevo celebrado por la crítica, que reconecta a la banda con su estilo y con sus canciones. En diversas entrevistas hacen palpable lo que se intuía: lo han pasado muy mal y se han replanteado si merece la pena continuar . En directo lo confirman: James Graham, cantante, no puede estar más agradecido a los seguidores, le emociona hasta las lágrimas haber sacado adelante el grupo. Y eso, con el tipo de canciones que tocan, es una bomba de relojería.

The Twilight Sad ofreció en la sala Be Cool de Barcelona un concierto muy intenso. James Graham parece hacer, cada vez que se sube al escenario, un exorcismo de sus fantasmas. Vive sus letras y respeta las melodías de cada canción, pero no deja de gritar entre fraseo y fraseo, algo que no llega a los altavoces pero que se hace evidente en las primeras filas. En una sala tan pequeña, con una pose entre Ian Curtis y Thom Yorke, utilizó el techo para contenerse en más de una ocasión. Y, de forma repetida, agradeció al público su asistencia y la respuesta ante las canciones.

El repertorio se nutrió de las canciones del último disco, apuntaladas por una selección de lo más representativo de los tres discos anteriores. Por ello, no faltaron I Became A Prostitute (Forget The Night Ahead, FatCat Records, 2009), Alphabet o Nil (No One Can Ever Know, FatCat Records, 2012) y los tres grandes himnos de su debut: That Summer, at Home I Had Become the Invisible Boy, Cold Days From the Birdhouse y And She Would Darken the Memory, con el que cerraron la noche. Las nuevas composiciones encajan a la perfección junto a aquellas, pero entre el público sigue haciéndose patente que Fourteen Autumns & Fifteen Winters tiene algo especial. El propio cantante se desvive, aún más, cuando afronta esas canciones.

El resto de integrantes del grupo, aunque más pasivos, cumplieron a la perfección su papel. El teclado mantiene en directo la importancia ganada en el tercer disco y se incorpora a todas las canciones. Pero es Andy MacFarlane (quien es además el productor del grupo) con sus guitarras el protagonista del sonido. A un volumen quizá más amable de lo que podría esperarse –la sala y su equipo pueden ser causas de ello- envolvió la Be Cool, tejiendo una telaraña fidedigna al sonido de estudio, algo meritorio al hacer la función de guitarra principal y de rítmica.

En conclusión, un buen concierto, emocionante para sus fans y que reconecta al grupo, especialmente a su compositor y cantante, con su música. En 2015, The Twilight Sad mantiene su vigencia y lo seguirá haciendo mientras sigan tomando el pulso a sus discos. Y, sobre todo, mientras mantengan la emoción ante el escenario y ante sus canciones.